El sábado 25 de abril, en el Foro La Sabina, nos acompañó Amelia Bella. En esta ocasión, 23 mujeres charlamos sobre Pandemia, salud y feminismo.
Amelia hizo una sugerente introducción al tema:
Como principio general, esto no es una guerra, es una pandemia que ha trastocado el equilibrio de la salud y el cuidado.
Introduce fracturas pero también abre puertas y deja ver cosas que están ocultas y silenciadas.
No es la primera vez que hay una pandemia, en 1918 la gripe se llevó por delante 25.000.000 de personas. Más que en la guerra. Y más recientemente está el SIDA, el EVOLA y la Malaria que es continuada. Por ejemplo en 2018 murieron 405.000 personas, pero en África.
El coronavirus ha afectado a los países desarrollados y las medidas que podemos tomar en estos países no son viables en los países pobres.
El impacto del confinamiento es mayor en las mujeres. Las mujeres son las que se ocupan de los cuidados y faltan recursos. Por no hablar de la violencia. El mantenimiento recae en las mujeres.
Ahora mismo, la vida es el centro, cosa que las mujeres llevamos mucho tiempo reivindicando: la vida y los cuidados.
Esta crisis ha obligado a reorganizar la sanidad. A pesar de la cantidad de mujeres trabajando en sanidad, el 70% de los puestos de responsabilidad lo ocupan hombres y esto tiene una gran influencia en las políticas sanitarias.
Hay un 80% de enfermeras, que son la columna vertebral del sistema de salud y las que tienen el protagonismo del cuidado. Los protocolos de actuación que se realizan en enfermería, se hacen con mirada desde lo cercano. Se han realizado talleres para unificar técnicas de actuación. Importante que los protocolos acojan el cuidado de las personas.
El sistema sanitario no estaba preparado para esto. Hay que tener en cuenta los recortes que se han venido haciendo en la sanidad pública y en investigación.
Ahora el personal sanitario se ha planificado a gran velocidad. Las enfermeras tienen un papel fundamental en esta organización:
- Se han tomado medidas preventivas (limpio/sucio/contaminado).
- El trasiego de personas es labor de enfermería
- Se han creado redes de sororidad y acompañamiento frente a la soledad
- Redes telefónicas.
- Asistencia primaria remodelada.
Por primera vez las clínicas privadas se han puesto al servicio de lo público.
Y, siguiendo la metáfora de la guerra, se han creado hospitales de campaña. Pero, lo que alimenta a las guerras no nos va a curar: los recursos no son armas. Es la paz.
Nada va a ser igual, pero la desigualdad la vamos a seguir sufriendo.
Y en lo relativo a cómo afecta la enfermedad a hombres y a mujeres, es posible que, tras esta pandemia, se hagan estudios diferenciales de género. Los síntomas son diferentes entre ellos y ellas.
Y ahora nos preguntamos: ¿Qué cambios podemos hacer?
Desde una mirada feminista tenemos que proponer iniciativas para que se hagan estudios diferenciados validados.
Las condiciones socioculturales influyen de forma diferente a la hora de enfermar.
No solo son importantes los fármacos. Por ejemplo, en el caso de los mayores, el cuidado se ha tambaleado por las condiciones.
Algo positivo es que, en estas circunstancias, se reconoce el valor de lo público.
Y también nos preguntamos: ¿Por qué se gasta más en armas que en salud?
Sería pues el momento de reconstruir con lo que hemos aprendido:
- Hay que redefinir la seguridad. Poner la vida en el centro.
- Equilibrio y equidad entre los países.
- Es necesario hacer cambios políticos desde la ONU y la OMS.
- Hay que desmercantilizar lo sanitario.
- Realizar avances científicos para que el mundo sea más habitable.
- Solidaridad científica, creando redes de investigación científica.
A partir de la introducción de Amelia, debatimos durante más de una hora. Este es el resumen:
- Invertir más en salud que en armas (aunque pensamos que vamos a continuar igual)
- Exigir una sanidad bien pagada y estabilidad laboral. Hay contratos basura. Falta personal. Lo que se ha pagado a la privada es lo que hubiera costado contratar personal en la pública.
- Se arrastran los recortes en la Administración y se visualizan las grietas. Los equipos técnicos han adelgazado mucho.
- Está establecido que para pertenecer a la OTAN, Europa está obligada a un presupuesto mínimo en armas. Esto NO ocurre en salud. Además, el precio de las armas no se discute. Se paga lo que piden. Muchos intereses.
- Nos preguntamos, si la organización sanitaria que se ha puesto en marcha en esta crisis se va a mantener. Pero no parece posible.
- Es necesaria una labor cultural.
- Hay que replantearse el cuidado de las personas mayores. Los proyectos de carácter intergeneracional son muy interesantes. En Europa hay residencias mixtas de mayores y jóvenes que funcionan muy bien.
- En esta crisis ha habido mucha improvisación por la inmediatez y la necesidad de solucionar el problema de salud, pero los cambios en la cultura, los hábitos y los sistemas de organización son procesos lentos.
- En cuanto a la sintomatología de la enfermedad, no hay estudios hechos. Parece que afecta más al sistema digestivo a las mujeres y al respiratorio a los hombres. Pero esto dicho con toda la prevención ya que no se ha analizado y estudiado científicamente, ni validado. Influye, sobre todo, el tipo de vida de hombres y mujeres.
- El problema no está en el sistema sanitario ni en la estructura sino en los políticos y sus decisiones.
- Con los trajes protectores de los sanitarios se neutraliza el rango profesional, es como si “todos somos iguales”, el médico no es más y la relación, por tanto, no está tan jerarquizada. Hay más reconocimiento de la enfermería.
- Quizá sería conveniente centralizar la sanidad o alguno de los aspectos y hacer una gestión para la crisis.
- Hay que apostar por la sanidad universal: estar preparadas (buena reflexión para terminar)
Muchos temas para reflexionar y para actuar en consecuencia. Hasta el próximo sábado.